Resulta raro que una de las frases más conocidas del director
Wes Anderson haya sido:
"Quiero tratar de NO REPETIRME, pero AL PARECER lo hago continuamente en mis películas. No es algo que me esfuerce por hacer. Yo sólo quiero hacer películas que sean PERSONALES e interesantes para una audiencia. Siento que recibo críticas por COLOCAR EL ESTILO ENCIMA DE LA SUSTANCIA y por los detalles que se atraviesan en el camino de los personajes, pero cada decisión que tomo es la manera de sacar adelante a esos personajes". Y digo raro porque precisamente el director de Texas, lo haga de manera consciente o sea talento innato que brota de manera natural, es uno de esos
directores cuyo estilo está tan arraigado que podríamos identificar su autoría viendo apenas un par de minutos de cualquiera de sus cintas.
Ésto, como ocurre con otros cineastas de distinguido renombre (Tim Burton, Tarantino, Woody Allen, Pedro Almodóvar, etc.) tiene ventajas e inconvenientes y normalmente delimita el tipo de público al que estos directores se dirigen, que suelen ser bien seguidores acérrimos, bien profundos detractores. En este sentido, nosotros nos situamos en la zona de admiración y disfrutamos enormemente con la personalidad que impregna todas las historias de Wes Anderson.