domingo, 23 de octubre de 2016

La próxima piel. Inquietante reflexión sobre la identidad

La Sección Nuevas Visiones del Festival de Sitges nació en el año 2003 y propone películas que no se pueden enmarcar dentro del género de terror o fantástico y que ahondan en nuevas vías narrativas, formales y conceptuales. En el marco de esta edición, pudimos disfrutar de la proyección especial del nuevo proyecto de Isaki Lacuesta e Isa Campo, un binomio que, aunque es la primera vez que se ponen juntos al frente de la dirección de un largometraje, han escrito en colaboración muchos de los guiones llevados a la gran pantalla por el director catalán. 


Con "La próxima piel", apuestan por un drama con tintes de thriller psicológico y nos muestran un pirineo catalán con suma profundidad y sensibilidad (en parte gracias a la amplia experiencia de Lacuesta en el género de autor y documental). Además, recuperan parte de la idea de un film que dirigió en 2009, "Los condenados", donde un hombre exiliado volvía a su país de origen después de 30 años.  

La película ha recorrido diversos festivales siendo galardonada con diversos premios. Málaga ha sido sin duda su mejor reconocimiento, donde se alzó con seis Biznagas: Mejor Dirección, Mejor Actriz para Emma Suárez, Premio Especial del Jurado, Mejor Montaje y Premio del Jurado Joven y Premio de la Crítica. También en el Toulouse Cinespaña obtuvo una mención especial para el joven actor Álex Moner.

"La próxima piel" cuenta la historia de un chico perdido, una persona que necesita cambiar el rumbo, un ser humano que ha de mudar de piel (Álex Moner). Leo es un conflictivo adolescente que lleva ocho años en centros de acogida franceses y padece amnesia disociativa. No tiene más que vagos recuerdos de su pasado y, ahora, que han encontrado a su posible madre (Emma Suárez), gracias a la buena labor del educador social que le ha acompañado durante muchos años y que lo considera como a un padre, se le plantea un importante cambio en su vida. Aunque no le han hecho la prueba de paternidad, todo apunta a que es Gabriel Farrés, el hijo perdido en las montañas del agreste Pirineo catalán.

Durante todo el metraje se nos muestra de qué manera el adolescente va adaptándose al nuevo entorno y cómo se relaciona con antiguos compañeros, persona que le rodean o incluso con su desconocida madre.
A través de vídeos, fotografías, conversaciones y discusiones, Leo parece empezar a tener una esperanza de configurar su memoria perdida. O eso es lo que dice. ¿Nos estará engañando? 

De la memoria colectiva va pasando poco a poco a enfrentarse a sus peores pesadillas, a las lacras que deja un pasado turbulento. En definitiva, a todo aquello que nos puede ofrecer nuestra memoria, nuestros recuerdos más recónditos que configuran nuestra identidad. Sabemos que los cambios no son sencillos y que para superarlos hay que tener un cierto equilibrio emocional, pero todo se complica cuando además, dudas de tu propia identidad, de tus actos y de tu futuro. La construcción de la nueva piel se forjará con la aceptación del pasado, de sus tribulaciones y el empeño de mejora constante. El ver en el futuro un mañana mejor. Un volver a empezar de la mano de tu madre, tu nueva madre.

Soberbia fotografía realizada por Diego Dussuel donde nos presenta de manera realista y sincera la dura vida de los habitantes de las poblaciones de altas montañas. También cabe resaltar la música de Gerard Gil que no deja indiferente a nadie y que, de manera muy introspectiva, acompaña sin igual el quehacer de los personajes. Notas que van de la mano de los diferentes actores y que bailan al unísono con los mismos.


La interpretaciones de Álex Moner, Emma Suárez y Sergi López (tío del joven desaparecido) aportan rigor y solidez a la historia. Cabe además resaltar la gran labor de los secundarios, sobretodo de Bruno Todeschini en el papel de educador social e Igor Szpakowski como primo de Leo, pero también las actuaciones de Mikel Iglesias, Greta Fernández y Silvia Bel aportan riqueza al reparto. 

Ahora, supongamos que el relato es verídico y lo hacemos propio.... Reflexionemos sobre si alguna vez nos hemos encontrado algo o alguien que hacía tiempo que habíamos perdido, que hacía tiempo que habíamos olvidado. La situación entremezcla curiosidad, alegría o recelo e incluso melancolía. Y esto es precisamente lo que el film capta con verdadera maestría: el reencuentro de aquello perdido, de tu ser más querido, de tu hijo.

Para los que les gusta el cine realista con pretensiones sociales.

Por Sergi Sanmartí (@Horadelsdaus)

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