jueves, 12 de febrero de 2015

El destino de Júpiter. Temblad que vuelven los Wachowski

Si tuviera que relacionar a los Hermanos Wachowski con un dicho de nuestro refranero español, este sería: "Cría fama y échate a dormir". Y es que, desde que asombraran al mundo en 1999 con "Matrix", película que, todo sea dicho, marcó un antes y un después en su género, nada les ha vuelto a salir redondo y, en su afán de repetir el éxito de tan original cinta futurista, sólo han conseguido crear historias francamente horripilantes.


En este sentido, poco esperábamos de "El destino de Júpiter". Aunque si somos completamente sinceros, considerábamos que habrían aprendido la lección de la pretenciosa "El atlas de las nubes" y que por una vez simplificarían la trama. Pero no... los Wachowski reaparecen asumiendo (como de costumbre) la triple faceta de productores, guionistas y directores, para ofrecernos otra trama superficialmente complicada y enrevesada, adornada de excesos digitales que más que sumar, restan lógica a la propia historia. 

Júpiter Jones (Mila Kunis) es una chica normal y corriente que, aunque sueña con una vida mejor, sus días se reducen a trabajar limpiando casas. No es consciente del destino que le aguarda hasta que un extraño ser llamado Caine (Channing Tatum) llega a la Tierra para ponerla a salvo de Balem (Eddie Redmayne), una especie de Dios que domina el Universo y cuyos únicos planes son matar a Júpiter para dominar toda la Galaxia.

Así contado no parece complicado pero una vez puesto en escena, el guión y la sucesión de hechos dejan mucho que desear. La trama nos deja un mal sabor de boca con una historia que no ahonda en los personajes, deja lagunas importantes y se centra en los aspectos más superfluos. En ningún momento llegamos a entender el uso de demasiadas frases grandilocuentes que después no tienen desarrollo. Como ya es habitual en las películas de los Wachowski, vuelven a buscar el sentido de la vida humana, pero también vuelven a fracasar en su planteamiento.

Hemos de reconocer que los efectos especiales son foco de atención y atracción durante los primeros minutos de la película. Sin embargo, su exagerada reiteración acaba mareando considerablemente y más, si has escogido para el visionado la proyección 3D. Después de haber visto esta cinta, no puedo más que reiterarme en que no me gusta el formato en tres dimensiones.


Y como va la cosa de refranes, dicen que "en el mundo de los ciegos, el tuerto es el rey" y en este caso, el único gobernante que encontramos en cuanto a interpretaciones se refiere es Eddie Redmayne. Puede que sea por demérito de sus compañeros protagonistas, pero sólo él consigue despertarnos cierto interés. 

Entre tanto caos, los Wachowski y yo sí coincidimos en algo. Como bien dicen en la película: "el tiempo, es el bien más preciado del universo" así que entenderéis que mi recomendación sea que no perdáis el vuestro con "El destino de Júpiter".  

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